AVISO

miércoles, noviembre 15, 2006

Nuestra colonia en África

En las Relaciones Internacionales lo más parecido que ha habido a un sorteo de vivienda de protección oficial fue el Congreso de Berlín de 1885. En él, las potencias europeas –y las no potencias- se repartieron el control sobre el continente africano y establecieron las normas de convivencia de los europeos en el mismo. Allí Bélgica se hizo oficialmente con el Congo y a nosotros, al Imperio Español, nos tocó en suerte un cacho de África al que dimos en llamar Guinea Ecuatorial.

Fue colonia española hasta que en el Octubre de 1968, el régimen franquista permite la independencia del país africano deshaciéndose de la penúltima de sus colonias. Al poder accederá Francisco Macías Nguema dictador caprichoso y sanguinario que terminaría por proclamarse como Presidente Vitalicio. Largo se lo fiaba, pues en 1979, 11 años después de acceder a la independencia, el país sufría un Golpe de Estado a manos del ex-teniente del ejército guineano Teodoro Obiang. Prometiendo acabar con el régimen de sangre de su antecesor, Obiang apresará a Macías, lo juzgará y lo ejecutará. Las promesas de libertad quedarán en saco roto cuando se establece un gobierno dictatorial que conducirá al país hasta el régimen unipartidista de 1990 que aún hoy perdura.

Como ocurre en toda África, las relaciones de política y economía internacional del país africano han de tener siempre como referente a la ex-potencia colonial. Es una ridícula norma no escrita y caso de Guinea Ecuatorial no es diferente. España ha mantenido siempre intereses en la zona, principalmente económicos. Repsol-YPF era el concesionario exclusivo de buscar petróleo en aguas guineanas, unas aguas limítrofes con las más ricas en petróleo de todo el continente. Sin embargo, Repsol-YPF fue incapaz de encontrar nada –o más bien se declaró incapaz- dando paso a las prospecciones de empresas norteamericanas y británicas que finalmente sí encontraron el crudo y que lógicamente obtuvieron los contratos de explotación. Eso sí, antes se aseguraron de dejar una parte del negocio a la corporación española por su oportuna declaración de incapacidad. Como no sólo de petróleo vive el empresario, Pescanova tiene grandes intereses en las costas guineanas, pues es allí de donde, sin trampa ni cartón pero con libertad absoluta, ha obteniendo sus principales capturas de langostinos navideños.

Los intereses económicos han sido los principales motores de las relaciones hispano-guineanas. Felipe González ya visitó oficialmente el país en 1991 y ha sido el último Presidente de Gobierno español en hacerlo. Sin embargo sí que lo visitó Miguel Ángel Moratinos, Ministro de Asuntos Exteriores y López Aguilar, Ministro de Justicia, en Octubre pasado, donde concretaron la visita que estos días realiza Teodoro Obiang a España. Los motivos declarados de esta visita del dirigente africano a su antigua potencia colonial son, claro está, de índole económica y política. En el plano económico, Obiang tiene previsto entrevistarse con empresarios de distinta índole –entre los que se incluyen los más altos miembros de Repsol-YPF- y la agenda consistirá en la realización de inversiones españolas en el país africano. Sin embargo, en la agenda política, las denuncias sobre abusos de los Derechos Humanos en Guinea Ecuatorial y la celebración de unas elecciones democráticas limpias y abiertas serán los puntos centrales en la reunión entre Obiang y el Presidente Zapatero.

No cabe duda de que en estas entrevistas guineanoespañolas el punto central son los asuntos económicos por mucho que se disimule dándole un aspecto político. A pesar de la interesante nueva visión que desde las agencias gubernamentales hay sobre las relaciones de España con África, la predisposición histórica que hay en este país con respecto a Guinea siempre ha sido la de conseguir oportunidades de negocio. El Estado ha desplegado todo su armamento –nunca mejor dicho- en pos de asegurar la defensa de sus posiciones de privilegio. Así, el Gobierno no dudó en enviar dos fragatas españolas a las costas guineanas en Marzo de 2004, al descubrirse, por parte de los servicios secretos sudafricanos, un complot para derrocar a Obiang urdido por diferentes empresarios británicos, entre los que destacaba un hijo de la ex-Premier británica Margaret Thatcher.

La intentona golpista tuvo su efecto en territorio español cuando la oposición guineana en el exilio empezó a movilizarse en los mismos términos. El principal líder opositor, Severo Moto, refugiado en España desde hacía años, desapareció inexplicablemente durante un periodo de tiempo en el año 2005. Apareció al poco tiempo de haber sido secuestrado frente a la costa de Dubrovnik, en Croacia, y liberado ileso después. La sombra de la compra de armas en los mercados del Este que trajo consigo este suceso contribuyó definitivamente a que el Gobierno de Zapatero le retirase la condición de refugiado político y, por consiguiente, le conminara a abandonar el país. Desde entonces, sigue siendo aliado político de José María Aznar y mantiene su lucha contra el gobierno de Obiang, al que un día él perteneció, a través de su gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio.

Dentro del país, la oposición a Obiang viene determinada por dos grandes grupos. Por un lado están aquellos activistas a favor de los Derechos Humanos, quienes se ven encarcelados en la siniestra cárcel de Bahía Negra. Por el otro, los opositores políticos constituyen un grupo de dirigentes con partido político de corte neopatrimonial que, en caso de hacerse con la suficiente fuerza social, son ascendidos a la categoría de Ministros por el dictador convirtiéndose en parte del sistema y obviando las injusticias del mismo.

La situación del país, mientras tanto, sigue empeorando aún teniendo unos ingresos tan fuertes debido a la incipiente industria petrolífera. La población sufre tremendas carestías y el Desarrollo Humano del país sigue inmerso en un descenso continuado. Fuera hay una población de número considerable en el exilio, principalmente en España, que ha perdido la fe en lo político y que termina considerando más importante las redes sociales de solidaridad –fundamentales por otra parte en toda África- que los movimientos políticos. Como dato anecdótico, cuando se plantearon ciertas manifestaciones en Madrid contra la dictadura de Obiang hace un par de años, éstas fueron integradas principalmente por españoles y no por guineanos, aún a pesar del gran número de éstos residentes en la capital o sus proximidades.

Con todo, siempre hay grupos que tratan de concienciar a la sociedad española de la responsabilidad que ésta tiene para con los ecuatoguineanos, antiguos ciudadanos del reino. Hoy por hoy la oposición a Obiang ha logrado que se paralice su visita al Congreso de los Diputados, pero no sus reuniones con el Alcalde de Madrid y la Presidencia de Gobierno. Habrá que seguir trabajando para que España se tome en serio su papel de facilitador de la democracia en Guinea Ecuatorial, no por continuar la regla post-colonial que invita a la metrópoli a controlar lo que suceda en su ex-colonia, sino porque España ha sido y es una parte importante en el problema que las dictaduras plantean a los ecuatoguineanos.

3 comentarios:

Harry Reddish dijo...

Viendo que nos comportamos como el resto de potencias coloniales, no me extraña la visita del señor Obiang a la metrópoli. Mucho más chungo me pareció el encuentro del principal líder de la oposición española con el antes citado dictador guineano. Como se entere su jefe, lo mismo le fostia. De nuevo me has vuelto a robar una entrada (y van dos), no obstante y en honor a tus conocimientos académicos y a tu especial relación con África, quien mejor que tú para ilustrar esa detestable visita. Excelente entrada, sí señor

Salud!!! (y viva la etnia bubi)

Anónimo dijo...

Muy buena entrada. Lástima que pase tan inadvertida...

Fernando Díaz | elsituacionista dijo...

Harry, nos comportamos como siempre hemos hecho. Que España se desentiende de sus responsabilidades tras su política colonial es evidente. Tanto como el desentendimiento de Gran Bretaña y Francia, por ejemplo. Una parte de los problemas de África reside en las herencias coloniales que nosotros, europeos modernizadores, dejamos allá. Claro que otra corresponde a los africanos y africanas, pues también ellos tienen sus responsabilidades incumplidas. Siento haberte robado la entrada. Yo me la encontré en el huerto -guiño, guiño-.

Ottinfer, tus alagos no camuflan tu crítica. El Señor Kurtz está un poco abandonado, pero en breve se repondrá de la pulmonía y comenzará a andar de nuevo, no sufras.

Un saludo a los dos y gracias por las visitas.