AVISO

viernes, septiembre 08, 2006

Autenticité

Ver una foto de él es ver la representación colectiva que occidente tiene de un dirigente africano. Gorro de leopardo a juego con su chaqueta. Gafas de pasta de tamaño grande. Ceño fruncido y bastón de mando en una mano.

Mobutu Sese Seko fue un símbolo que gobernó el Congo empezados los 60 hasta finales de los 90. Se encargará de atrapar a Lumumba en la trampa de Katanga a pesar de que él mismo le había ascendido durante la crisis de la independencia. Vendiéndolo a los americanos, Mobutu empezará a parecer ante los ojos de Washington como el único capaz de gobernar el corazón de las tinieblas. Él era el único aliado de confianza en una zona donde la URSS ya estaba apoyando en la desestabilización –en Mozambique y Angola había guerrillas de sesgo comunista que luchaban contra los portugueses.

Cuando da el golpe de estado que le lleva a asumir el poder, Mobutu tiene la confianza de la administración norteamericana para imponer la ley y el orden en el Congo, pero le falta un carisma entre la población africana como el que tenía Lumumba. En 1966 empieza lo que llamó la política de autenticité. La premisa será la de acabar con cualquier retazo de la presencia colonial en el país. Para realizar esto se cambiarán los nombres de las ciudades –hasta ahora con nombres como Leopoldoville, Stanlyville, etc.- por nombres africanos –Kinshasa, Lubumbashi, Kananga, Goma, …-, se cambió el nombre del río y, por ende, del mismo país al que daba nombre. Ahora ya no hablaremos de Congo, sino de Zaïre. Incluso, Mobutu obligará a cambiar de nombre a todos sus ciudadanos. Imponiendo como norma que quien no cambiara su nombre colonial por otro africano perdería la ciudadanía y por tanto sus derechos, él mismo ejemplarizará con su cambio de nombre. Joseph Mobutu pasará a ser conocido desde entonces como Mobutu Sese Seko, o literalmente “Potentísimo Guerrero”.

Esta política de pérdida del sesgo colonial captó muchos elogios en el plano internacional tercermundista –no hay que olvidar que el tercermundismo estaba entonces imponiéndose como ideología alternativa a la política de bloques- hasta el punto de que se pasará por alto su sabida alineación con el bloque norteamericano y se le verá como uno de los grandes líderes de los no alineados. Mobutu gana el prestigio necesario para ser aceptado por los líderes africanos y del resto del mundo y decidirá potenciar aún más esta imagen cambiando la bandera de su país. Si hasta entonces la bandera de Congo había sido la bandera creada por los belgas, fondo azul celeste con siete estrellas doradas en referencia a las siete provincias que tenía el país, ahora se adoptará otra de un claro significado africanista. Por entonces la idea de que África debía unirse políticamente estaba muy presente y los discursos como los de Nkrumah llamando a las naciones africanas a unirse frente a los poderes neocoloniales se mostraban al mundo como un símbolo de rebeldía de las tierras oprimidas. El color de este símbolo fue el verde, y así se estableció que fuera la bandera de Zaïre. De fondo verde y con un círculo amarillo simbolizando el Sol de África, dentro del cual una mano –negra, por supuesto- sostenía la antorcha roja de la victoria.


Sin embargo le sigue faltando la fuerza interior que complemente su poderío militar. Para conseguirlo se adueñará del mito Lumumba y comenzará una discursiva de empatía con el extinto líder africano al que él mismo había ayudado a asesinar. Gracias a esto es capaz de atraerse o anular a la oposición política quedando sueltos los políticos más pragmáticos que para nada tenían en mente una revolución frente a occidente. Para estos Mobutu desarrollará lo que a la postre será su gran plan de construcción de Zaïre: la política patrimonialita. Privatizará todos los sectores del Estado poniéndolos en manos de familiares y gente afín a su causa.

Todo esto hizo de Mobutu el hombre capaz de construir la Nación zaïreña. De situar a su país en el centro de la escena tercermundista. De suponer el bastión de EEUU en la zona, capaz de crear grupos como el FNLA en Angola que se opusieran los comunistas. De sustentar y entrenar las rebeliones pro-occidentales que surgieron en África y de crear la dicotomía “o yo o el caos” ante los ojos de las distintas administraciones norteamericanas.

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